Eran las 3:45 de la mañana y, como casi siempre, abrí los ojos pensando en la nada. Para intentar conciliar el sueño encendí un video y, por casualidad, me encontré con una explicación de Andrés Cepeda sobre cómo llegó a ser el cantante que es hoy. En su relato —que más adelante les contaré— comprendí que la mayoría de las cosas que hacemos y en lo que terminamos convirtiéndonos suceden más por causalidad que por casualidad.
A esa misma hora me puse a divagar sobre la verdad de esa aparente casualidad… o más bien de esa causalidad. Fue justamente esa reflexión la que me trajo a escribir este artículo. Recordé algunos episodios en los que pensé que todo había sido casual, pero con el tiempo entendí tal como lo explicó Steve Jobs, que no se pueden conectar los puntos mirando hacia adelante, sino solo hacia atrás, que en realidad había una fuerza causal, poderosa, una energía que aún no logro comprender del todo.
¿De qué trata la Causalidad?
La distinción entre casualidad y causalidad es fundamental para comprender cómo interpretamos los acontecimientos en nuestro entorno y en el análisis científico. Mientras la casualidad se refiere a la ocurrencia fortuita e imprevisible de sucesos aparentemente relacionados sin conexión necesaria, la causalidad implica una relación directa de causa y efecto, donde un evento provoca inevitablemente otro. Esta diferencia, aunque sutil en el lenguaje, es crucial para evitar confusiones y falacias en la interpretación de fenómenos, especialmente en investigación y toma de decisiones.
Varios expertos han abordado el tema de la causalidad. Entre ellos, Carl Gustav Jung, quien introdujo el término c definido como “la coincidencia temporal de dos o más acontecimientos, no relacionados entre sí causalmente, cuyo contenido significativo es idéntico o semejante”.
En palabras simples, la sincronicidad es una coincidencia con sentido, un encuentro significativo que trasciende la explicación tradicional de causa y efecto.
Según Jung, para que una coincidencia pueda ser catalogada como sincronicidad debe cumplir con tres condiciones fundamentales:
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Coincidencia temporal: la ocurrencia simultánea o cercana en el tiempo de dos o más eventos, de los cuales uno puede ser interno (psíquico) y otro externo (físico).
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Acausalidad: la ausencia de una relación causal directa que justifique la conexión entre dichos eventos.
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Significado subjetivo: la coincidencia adquiere valor únicamente para el individuo que la experimenta, al percibir en ella un mensaje, indicio o símbolo relacionado con su estado psíquico o proceso vital.
“Mientras lo inconsciente no se haga consciente, seguirá dirigiendo nuestras vidas y lo percibiremos como destino”.
🔆-.Carl Jung
¿Qué llevo a Andres Cepeda a ser Cantante?…¿la Casualidad o la Causalidad?
Ahora les cuento cómo, en un giro inesperado y bastante curioso, Andrés Cepeda pasó de tocar el piano en una agrupación a descubrir su verdadera voz… la que lo llevaría a convertirse en cantante.
En su adolescencia, Andrés Cepeda formó con amigos del colegio la banda Poligamia. Reunieron la mesada para pagar dos horas de estudio y grabar una balada compuesta por el cantante del grupo. El día de la sesión, ese cantante amaneció con laringitis. El ingeniero del estudio, viendo que el tiempo se acababa, preguntó si alguien más sabía la canción. Andrés, que era el pianista, dijo que sí, entró a la cabina, se puso los audífonos y la cantó. La toma salió tan bien que enviaron el tema a un concurso radial y ganaron. El premio fue rotación nacional en la cadena organizadora, lo que ubicó de inmediato a Cepeda como voz principal de Poligamia. Su amigo se recuperó, pero quedó como teclista. Aquel ingeniero que les sugirió cambiar de intérprete se convirtió en su mánager desde 1992 y lo ha acompañado hasta hoy. Así, por una mezcla de urgencia, oportunidad y buena fortuna, Cepeda pasó de pianista a cantante.
¿Qué pensaba Albert Einstein sobre la Causalidad?
Albert Einstein fue otra de las grandes mentes que se adentró profundamente en la comprensión del concepto de causalidad, proponiendo teorías y explicaciones que marcaron un antes y un después en la ciencia.
La postura de Einstein se resume en los siguientes puntos:
- Determinismo y Rechazo del Azar (Casualidad)
Einstein creía en un universo completamente determinista, regido por leyes físicas estrictas donde todo suceso es la consecuencia necesaria de causas anteriores. Su famoso aforismo lo expresa con claridad:
«Dios no juega a los dados con el universo.»
Esta frase refleja su rechazo absoluto a la idea de la casualidad o el azar fundamental en la naturaleza, especialmente a la interpretación de la mecánica cuántica (la Interpretación de Copenhague) que introduce la probabilidad y la aleatoriedad en el comportamiento de las partículas subatómicas.
- La Casualidad como Ignorancia
Para Einstein, aquello que parece ser casualidad o suerte no es más que un reflejo de nuestra incapacidad (o la limitación de nuestra mente) para conocer la totalidad de las causas que operan en un suceso. En este sentido, un evento aparentemente fortuito siempre tiene una causa, aunque esta nos sea desconocida o imperceptible.
En resumen, Albert Einstein sostuvo una visión realista y determinista de la realidad. Para él, la causalidad era un principio fundamental del universo, y la casualidad era solo una ilusión resultante de nuestro conocimiento incompleto.
Otra historia que refuerza el poder de la Causalidad
Y aquí aparece otra parte, o mejor dicho, otro relato: esa especie de cita a ciegas con lo inesperado, donde ocurre algo que no estaba pensado ni planeado… pero que, aun así, sucedió. Esa es la historia de Anthony Hopkins, narrada en el 2020 por la periodista Rocio Carmona, en el periodico de «La Vanguardia»
Uno de los más célebres casos de Causalidad, se atribuye al famoso actor galés Anthony Hopkins, quien hace años quiso empezar a prepararse para protagonizar la versión cinematográfica de la novela La chica de Petrovka, del escritor George Feifer. Como no había leído el libro, Hopkins salió un día de su casa de Londres y tomó el metro para ir a comprar en libro. Una tarea que le resultó imposible, pues el libro estaba agotado en todas las librerías de Charing Cross que visitó. Frustrado, el actor decidió regresar a su casa, y para ello volvió a tomar el metro en la estación de Leicester Square. Al ir a sentarse, se encontró con que alguien había dejado abandonado un libro sobre su asiento, un ejemplar viejo y plagado de anotaciones. Lo tomó y cuando leyó el título se quedó sin habla. Se trataba de La chica de Petrovka. Dos años después, durante el rodaje de la película, Hopkins conoció al autor de la novela, quien le contó que dos años antes le había dejado prestado a un amigo su ejemplar, que estaba lleno de anotaciones, pero que éste lo había perdido en el metro. Cuando Hopkins le mostró el libro que se había encontrado, ambos quedaron muy sorprendidos. Hopkins no solo había encontrado el libro que buscaba, sino que, además, se trataba del mismo ejemplar que había perdido Feifer.
Y así podríamos citar muchas otras historias, de personas famosas como Clint Eastwood, Jennifer Aniston, Oprah Winfrey, y de otras no tan conocidas, donde la casualidad parece desvanecerse en la penumbra y es la causalidad la que emerge con fuerza, convirtiéndose en el eje central en la construcción de una vida, de un suceso o de aquello capaz de cambiar la historia.
Una canción sella con tinta sangre, el fenómeno de la Causalidad
Y para cerrar, me encontré con una excelente canción de Melendi, llamada «Destino o Casualidad – que no conocía- en la que muestra cómo el amor puede surgir de manera inesperada, cuando el destino y la casualidad se entrelazan en una misma melodía.
Y qué mejor ejemplo que el amor, testigo incuestionable de que la casualidad es efímera, pero la causalidad es eterna. Es ella la que da inicio a tantos amores y a innumerables historias de pasión y emociones que nos han permitido habitar otros mundos y transformar realidades. Porque cuando dos seres se encuentran, no solo cambian su destino, sino que también pueden iluminar y mejorar el de muchos otros.
Conclusión
Después de todo este recorrido, confirmo que la casualidad es solo una chispa fugaz, mientras que la causalidad es la fuerza que realmente moldea nuestras vidas. No es el azar lo que nos define, sino la manera en que las piezas encajan, a veces de forma misteriosa, para mostrarnos el rumbo.
He comprendido que cada historia —desde la de Cepeda hasta la de Hopkins— nos recuerda que lo inesperado no es un accidente, sino un llamado. La causalidad se viste de casualidad para sorprendernos, pero en el fondo siempre nos guía hacia donde debemos estar.
Y si el amor es el mejor ejemplo, entonces acepto que la causalidad es eterna: está en cada encuentro, en cada coincidencia significativa, en cada destino que se cruza para transformarnos. Por eso sigo convencido de que hablar de causalidad es hablar, en últimas, de la vida misma, del amor, y de la búsqueda insaciable del ser humano hacia la trascendencia.
No es casualidad haber sido alcanzado por ese halo de luz en un amanecer efímero, que despertó en mi mente la necesidad de escribir sobre la causalidad. Estoy seguro que encontraré muchas opiniones y comentarios de mis lectores, quienes, al compartir sus visiones, reforzarán o confrontarán estos conceptos que, incluso en pleno siglo XXI, continúan invitándonos a pensar de otra manera.
🙋🏻♂️ Los leo en los comentarios!
Ay papá..De la Casualidad a la Causalidad me queda claro que lo inesperado rara vez es puro azar. Lo que llamamos casualidades, en muchos casos, el punto visible de un tejido más amplio de causas, decisiones y significados. Me parece valioso cómo el texto une a (Einstein y Jun) uno desde la ciencia y el determinismo, el otro desde la psicología y el simbolismo. Ambos coinciden en que nada ocurre “porque sí”. Lo más potente está en la idea de que el amor y los grandes giros vitales no nacen de accidentes, sino de encuentros significativos que transforman nuestro rumbo.
Lo inteligente no es negar el azar, sino aprender a reconocer en él la causalidad que nos guía.